Ni mileuristas. Un nuevo profesional ante una nueva sociedad

El principio del “emprendizaje” (la continuación del principio de la manzana)

Hasta hace bien poco se hablaba de los mileuristas para designar a aquella parte de la  población que por su trabajo profesional no lograban pasar de los mil euros de salario. Todavía no se hablaba de crisis económica (aunque nos acercábamos silenciosamente a ella), pero nos topábamos con una población laboral que, al menos en el inicio del ejercicio de su profesión, difícilmente alcanzaban a superar esa cifra en su nómina. Eran los mileuristas. Normalmente jóvenes que comenzaban su singladura en el ámbito laboral. Acabo de encontrarme en el periódico con un titular de portada: NIMILEURISTAS. Y a continuación señala que la crisis económica ha convertido el mileurismo en el sueño de muchos jóvenes. Se dan algunas cifras que asustan: en 2005 el paro juvenil se acercaba al 20%, hoy ronda el 50%. Se considera que tenemos a la juventud mejor preparada de la historia pero con unas perspectivas que son las peores desde los años de la transición.

Se ha diseñado una nueva universidad para el nuevo siglo. El espacio único europeo de educación superior ya está en funcionamiento en todas nuestras universidades. Los Grados ya son una realidad y los Postgrados también. Ahora se habla de I+D (investigación y desarrollo), se habla de transferencia de conocimientos a la sociedad por parte de la Academia. Se precisa conocer la propia profesión, con herramientas altamente tecnificadas, con conocimientos de otros idiomas y todo ello trabajando en red. Estábamos iniciando un nuevo modelo de enseñanza y de profesionalización y en esto llegó la crisis y nos ha dejado a todos “vendidos”. Es decir con todos los nuevos proyectos a medio realizar y sin recursos para potenciar la nueva realidad.

La situación es ésta: un nuevo proyecto ante nosotros, una carencia absoluta de recursos, una absoluta carencia de salidas al mundo profesional y, como consecuencia, una falta absoluta de motivación para las jóvenes generaciones de profesionales. ¿Qué hacer ante este panorama tan desalentador?…

Recuerden mi artículo del mes pasado: plantar un manzano. Se aplica el nuevo principio ético. ¿Así de sencillo? ¿Cómo se hace esto? Éstas y otras cuestiones se estará planteando usted, lector o lectora. Y, es más, si se encuentra en la situación del nimileurista joven, maldita la gracia que le estará causando estas letras mías. Pero la ética de los nuevos principios que proponía en mi artículo anterior, tiene su continuación. No podemos quedarnos solo en la utopía y en el arranque romántico de realizar gestos proféticos y alentadores (plantar el manzano), hay que dar algunos pasos más.

La ética forma parte de la filosofía práctica. La reflexión ya no se centra solo sobre temas abstractos y alejados de la realidad. Con la Ética, la Filosofía se pone a trabajar y a reflexionar sobre la conducta humana, sobre algo concreto y práctico como es el comportamiento de cada uno de nosotros. Pues bien, es el momento de dar un paso más en el intento por construir desde la esperanza. Entra en juego el principio del “emprendizaje”. Término e idea que robo a mi buen amigo César García Rincón para convertirlo en principio ético. Con esta palabra, César, se refiere al valor de ser emprendedores.

Yo, con el principio del “emprendizaje” me refiero al siguiente imperativo moral: obra de tal modo que seas capaz de acometer con resolución y creatividad acciones dificultosas y novedosas. Esta es la auténtica postura moral del que se encuentra desmoralizado ante las perspectivas laborales y profesionales que se abren ante sus ojos: sé creativo y busca soluciones nuevas. Ya no existe el puesto de trabajo definitivo, contrato de duración indefinida… La inmovilidad del trabajador o profesional. El mercado laboral también ha cambiado. Hay que ser emprendedores. No se rindan, prepárense para ser creativos y ofertar su trabajo de forma diferente, busquen cómo hacer nuevas tareas relacionadas con su profesión o cómo ofrecer el fruto de su profesión de manera diferente y teniendo en cuenta las posibilidades que nos ofrecen la tecnología y las redes. No se descorazones ni se desilusionen. Inicien el camino del “emprendizaje”. ¿Cómo? Plantéense estas cuestiones y vayan resolviéndolas: ¿qué sé hacer? ¿cómo puedo hacerlo de una forma nueva? ¿cómo puedo ofrecerlo de una manera distinta?

Piensen en ello y, una vez respondidas las cuestiones, pongan en funcionamiento el “boca a boca” y que los que les rodean se enteren de su oferta a la sociedad, háganlo circular de todos los modos posibles. Ya estarán en el camino del emprendizaje, acometan creativamente y con resolución la tarea de ofrecer sus conocimientos y su fuerza de trabajo de una manera diferente y creativa.

 

Rafael Junquera de Estéfani

Director ISCM